Tal vez como la mayoría de los Trabajadores de Luz Divina, mi despertar no ocurrió con una alarma suave que te saca de ese sueño profundo como una caricia, para dar comienzo a otro dia de rutina.  Mi despertar fue producido como el estruendo de un volcán en erupción o una abalancha, o más bien como un Tzunami que no tiene piedad. Tuve que despertar a la fuerza porque los pequeños llamados a comenzar este sendero espiritual no fueron suficientes. Desde pequeña descubrí esa fuerza invisible que nos acompaña y guía pernamentemente, descubrimiento que comenzó a resonar más fuerte  en mi alma, en los primeros años de mi edad adulta. A raíz de mis problemas personales, tuve que buscar refugio en el Reino Angelical y, aunque ya ellos formaban parte de mi vida, no había despertado aún a mi verdadero propósito. Mi despertar comenzó con el fin matrimonio que llegó como ese volcán en erupción que dejó a su paso muchas cicatricez en el alma dificiles de borrar, pero también trajo consigo, un nuevo ciclo con un nuevo amanecer de sol radiante y un futuro prometedor. Los eventos que siguieron a este fin del ciclo, comenzaron a aparecer en mi vida como pequeñas piezas de rompecabezas que se fueron juntando hasta llevarme a lo que hoy es mi vida.

Y cómo terminó? Con una vida totalmente nueva, al lado de una persona maravillosa que me mostró ese nuevo camino de paz, y junto con mis 3 hijos, pude comenzar a recorrer el sendero espiritual que me ayudó a crecer y superar mis conflictos internos y finalmente, a sacar a la luz mi propia Luz Divina, para ponerla al servicio de la humanidad y cumplir con mi Misión. Y en este proceso, tuve la fortuna de contar con personas que me acompañaron a despertar. Mi madre me abrió la ventana a ese mundo y me invitó a explorarla sin presionarme, pero luego mi hermano, después de un par de sacudidas, al ver que yo no había tenido el valor de dar el paso, me empujó al vacío por esa ventana por la cual no me había atrevido ni a sacar la cabeza, ; entre los dos, me ayudaron a ver otras opciones, opciones que me llevarían por este camino que hoy recorro.

Y así tuve que despertar, a la fuerza, porque cuando se tiene un propósito de vida tan puntual como el mio, o despiertas o te sacan de la cama a empujones  y aquí estoy, después de haber caído brúscamente de mi ensoñación, ahora disfruto este momento feliz, recorriendo mi sendero espiritual, siendo una versión mejorada de mi misma, porque la sincronía universal no se equivoca, porque después de varias caídas, si no despierto, me quedo dormida para siempre y, honestamente, pensar en seguir dormida me produce malestar.

Y esa sincronía se encargó de traerme hasta aquí, hasta este último escalón o tal vez es el primero de esa gran escalera que aún me queda por subir y aquí continúo hasta que tenga que partir, pero entonces, sabré que cumplí con eso que prometí.